Tener el colesterol alto o bajo puede acarrear problemas en el desarrollo del feto o en el parto
El colesterol es necesario para el organismo de la futura mamá. Se encuentra implicado en los procesos de implantación del embrión, la formación de la placenta y el desarrollo del futuro bebé. Pero como siempre, debe estar presente en su justa medida.
Tener un alto índice o, por el contrario, presentar carencia es negativo para la salud de la madre y del bebé. Si se superan los índices recomendados, aumenta la posibilidad de sufrir un parto prematuro o problemas en la placenta. Además, si se tiene la tensión alta, esta combinación puede generar preeclampsia, una complicación muy peligrosa. En cambio, si el colesterol está por debajo de lo recomendado, el bebé puede presentar bajo peso al nacer o problemas de aprendizaje.
Es cierto que durante la gestación el colesterol tiende a aumentar, sobre todo a partir del segundo trimestre debido a la producción de hormonas como la progesterona y al aumento de flujo en la sangre. Incluso se habla de un aumento cercano al 30 o 40%. En la mayoría de casos, es una situación común y que no presenta mayor gravedad. De todas maneras, es muy importante seguir las recomen- daciones médicas para evitar complicaciones.
Por todo ello, para mantener controlado el colesterol durante los meses del embarazo se recomienda, además, hacer ejercicio de forma regular y llevar a cabo una alimentación sana y equilibrada que le aporte al feto todos los nutrientes que necesita para desarrollarse con normalidad.
La dieta, clave en la prevención
En la dieta de una mujer gestante se recomienda incorporar legumbres de todo tipo -cocinadas de forma saludable- y proteína animal como el pollo o el pavo, que son bajos en grasa. Además, debe incrementar la cantidad de frutas y verduraque toma al día. Son muy beneficiosas tanto para mantener a raya el colesterol como la tensión.
Otra recomendación es reducir el consumo de productos con muchas grasas saturadas como los quesos, las carnes grasas o la leche entera. Por el contrario, las embarazadas deben apostar por los alimentos ricos en ácidos grasos Omega3: salmón, sardinas, caballa o los frutos secos son una potente fuente de Omega3.
Será necesario que la embarazada deje de lado la comida basura, los alimentos procesados, los fritos y la bollería industrial porque aportan mucha sal y grasas que no son beneficiosas para el organismo de la mujer ni del bebé. En cambio, sí incluirá alimentos ricos en fibra: cereales y pasta integral, por ejemplo.